Hoteles de inframundo, congreso, ampollitas y pollo placero...

Como buena chica mitad chihuahuense, mitad moreliana, conocía un poco la ciudad y cuando las chicas organizadoras del evento en la FCQ (la poch y la cositas) dieron a conocer los precios de transporte y hotel, me di cuenta de que el costo que estaban dando no era muy bajo y el hotel el mención era algo así como el más socorrido por los amantes fugaces, asi que me puse a buscar precios en hoteles que yo sabía estaban en el centro y no tan usados... encontré uno excelente, cuyo dueño era en ese entonces amigo de mi padre, quien estudió en aquellos lugares en la Escuela de Medicina... en fin, a todos les ofrecí cambiarnos de hotel, y solamente unos doce aceptaron, los demás se quedaron con el paquete de las organizadoras, cosa que después apreciamos, je!

Bien, pues llegamos a Morelia con el tiempo justo para darnos un baño ranchero y salir corriendo a la inscripción al congreso, no tanto por las conferencias, sino por las pachangas (digo, pa que les echo mentiras), lo logramos, así que el resto del día nos ocupamos en turistear, caminar y mas caminar por las preciosas calles de esa ciudad que ahora es Patrimonio de la Humanidad. Tanto caminamos que terminamos ampollados, aunque debo aceptar que eso no me hubiera pasado si mis calcetas hubieran estado en mejor estado, ya saben, las más gastaditas son las más cómodas pa los pies, pero a la hora de las caminatas prolongadas, mejor ni les platico!... no podía más, los pies primero me dolían, luego me punzaban y por último dejé de sentirlos por completo, parecía que estaba en piloto automático.

Cuando menos pensamos nos estabamos muriendo de hambre y sed, pero la hora no nos ayudaba, eran las cinco de la tarde, demasiado tarde para la comida garnachera y muy temprano para las meriendas de fritangas. Hambreados, sedientos, ampollados y más jodidos que antes, recorrimos el centro hasta encontrar el bendito "Tragadero", donde por treinta pesos nos sirvieron un plato de "pollo placero" (si, como el taco de Paquita), que consiste en una cama de cuatro enchiladas estilo Morelia (la tortilla se fríe después de ponerle la salsa y se enrolla calientita con queso y cebolla) cubiertas de papas y zanahorias con chorizo, a un lado una ensalada de lechuga y tomate, y dos piezas de pollo adobado, en otro plato una ración por demás generosa de arroz rojo y frijoles refritos con totopos (entrale!) y por la módica cantidad de doce pesos más nos dieron una jarra de limonada o naranjada... el hambre, el cansancio, los acontecimientos anteriores o el alucine de todo junto hicieron que esa comida fuera de las más suculentas que he probado, claro que después llegamos a la farmacia por unos Sal de uvas, jaja!

Al día siguiente nos llevarían al parque Nacional de la Tzaráracua, en Uruapan, así que nos fuimos al hotel a reposar la fatiga...

Nuestros compañeros que se hospedaron en el hotel de la Merced, padecieron varias cosas de las que les habíamos advertido, por camas tenían catres y el piso era de cemento, tenían solamente una sábana y una cobija, jaja!! y solo dos toallas para cuatro personas, además de no haber mucamas que tendieran las camas ni lavaran los baños, obviamente las toallas tampoco las cambiaban... nosotros dormimos a gusto, en una habitacion alfombrada, con toallas limpias todos los días (y seis!!!), teléfono, tele con cable y baño reluciente... ah! un buen descansito para el cuerpo después de tanta jodidez...

CONTINÚA...