Tres años ya, desde aquella noche sin dormir abriendo y cerrando ventanas por el calor, por la lluvia... tres años desde aquella estruendosa madrugada en la que soñé que venías a saludarme por la ventana y me despertó la noticia de un corazón desfallecido: el tuyo.
Tres años pensando si me aconsejarías ésto o aquello... pero el hubiera es el verbo de los pendejos dirías tú. Y te extraño todos los días, y quisiera saber si te parece que soy una buena hija, una buena persona, una buena madre.
Cómo me gustaría que mi hijo tuviera a su abuelo para enseñarle a jugar beis, a pescar, a poner una casita de campaña... cómo me gustaría que estuvieras para que lo malcriaras y le enseñaras a decir groserías de vez en cuando. Cómo me gustaría, papá verte aunque sea otro día.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario